Cuando el otoño acaricia Playa de Palma

date_range 11 octubre, 2017 label , , question_answer 2 Comentarios

«En realidad, el verano nunca debería llegar a su fin. No obstante, cuando pienso en Mallorca, cada año deseo que por fin llegue el otoño, ya que es la época en la que más bella está la isla balear. Se acaba el calor del verano y por fin en las playas se puede volver a respirar. También los renovados hoteles RIU de Playa de Palma irradian más tranquilidad y comodidad.

El termómetro marca 25 grados. ¡Un tiempo ideal para la playa! Tras un vuelo de dos horas desde Berlín, me dirijo por primera vez al legendario Riu San Francisco, el primer hotel de la cadena RIU. Se inauguró en 1953 en primera línea de Playa de Palma, se reformó por completo en 2014 y actualmente su estilo combina con elegancia la nostalgia del pasado con un diseño moderno. Respiro profundamente, disfruto de la hospitalidad del hotel y hago planes para los próximos días.

«No dejes de explorar Playa de Palma en segway», me recomendó una amiga. No lo he dudado y me levanto temprano para hacerlo, ya que el mejor momento para este tipo de excursiones es la mañana, cuando los turistas aún están desayunando en los hoteles y los paseos marítimos están vacíos. También han reservado esta excursión matinal a Palma dos chicas jóvenes y una pareja de Hamburgo. Tras una introducción técnica y algunos ejercicios para practicar la conducción, rodamos cómodamente junto al mar por Playa de Palma, atravesando el puerto de Can Pastilla y una pequeña reserva natural en dirección a la capital balear. Sin embargo, la ciudad de Palma la veré mucho mejor en los próximos días sin el segway. Ya de vuelta en el hotel, me relajo un rato y después me voy a la playa. Qué maravilla. Disfruto del sol y del mar en busca del otoño mallorquín, pensando ya en lo que haré al día siguiente.

Este nuevo día me lleva a la costa oeste, al pintoresco pueblo de Sóller, en un viaje muy acogedor en su histórico y nostálgico tren. Desde 1912, el tren de Sóller, también conocido como el «Rayo rojo», une la capital de Palma con este pequeño municipio ubicado en la Sierra de Tramuntana. El lugar que antiguamente ocupaban sobre todo las naranjas, hoy lo ocupan los turistas. A una velocidad de unos 25 kilómetros por hora, el tren recorre unos 27 kilómetros de paisajes fantásticos, con hermosas vistas cargadas de naranjos, limoneros, almendros, olivos y las montañas de la Tramuntana, aderezados con algo de aventura, ya que el Rayo rojo atraviesa curvas pronunciadas, 13 túneles y varios puentes. El estrés, el trabajo, el bullicio de la ciudad… Todo se olvida en este viaje en el tiempo.

Más o menos una hora después, Sóller me recibe con ganas de ser descubierto. He oído hablar mucho de esta pequeña ciudad situada en el Valle de Oro, en su día enriquecida por el comercio de la naranja. El corazón de esta localidad late en la Plaza de la Constitución. Desde allí voy paseando por las estrechas callejuelas, echo un vistazo a las tiendecitas, que han adaptado su oferta a los gustos de los turistas, y, para finalizar, disfruto de un zumo de naranja recién exprimido a los pies de la iglesia de Sant Bartomeu, mientras observo la colorida actividad de la zona. Por supuesto, también pruebo el delicioso helado de naranja de la heladería artesana situada en la Plaça del Mercat. ¡Os prometo que es adictivo! Así es: en Sóller todo gira en torno a las naranjas. Incluso el tranvía que recorre el trayecto entre Sóller y Port de Sóller recibe, como ocurría con el Rayo rojo, la denominación de «Expreso de las Naranjas». Me subo al tranvía y recorro este tramo de cinco kilómetros hasta el puerto, donde están amarrados los barcos destinados a las excursiones. Mañana mismo tengo planeado un recorrido por la costa de la isla.

Temprano, el catamarán navega ya desde Can Pastilla en dirección a Cala Blava, una fantástica bahía rodeada de rocas y alejada del centro turístico. Me sumerjo en las cristalinas aguas de color turquesa y nado maravillada por su agradable temperatura. ¡Así es como me había imaginado el otoño en Mallorca! Pero todo lo bueno se acaba y el catamarán regresa a la capital de Palma. Saco multitud de fotos con las vistas de la majestuosa catedral y estoy deseando pasear por el casco antiguo y también hacer unas compras. Cargada de bolsas, vuelvo al Riu San Francisco; estoy destrozada. He de reconocer que no me atrae nada la famosa zona de fiesta, que también está en pleno auge incluso en otoño. Prefiero mil veces pasar el día en el espacio Wellness del hotel, con un masaje relajante.

Dormida, disfruto de las últimas horas de mi otoño en Mallorca, en la playa situada justo delante del hotel Riu San Francisco, donde en este momento reina la tranquilidad, paseo por las calles de Playa de Palma y echo un vistazo al Riu Bravo y al Riu Festival, que al igual que el Riu San Francisco, se han renovado por completo hace poco, ofreciendo a sus huéspedes comodidad y un diseño moderno. Mientras que el histórico San Francisco aloja a huéspedes mayores de 18 años, el Riu Bravo y el Riu Festival son hoteles dirigidos principalmente a grupos o familias. Por mi parte, el próximo otoño regresaré a Playa de Palma con familiares y amigos. El Castillo de Bellver y el Palacio Real de Palma, las minas de sal en el sur, el pueblo pesquero de Cala Figuera en el sureste, las Cuevas del Drach de la costa este… Me queda mucho por visitar en esta isla de las Baleares.»

 

Bärbel Arlt trabaja como periodista en Berlín y le encanta descubrir rutas turísticas. Con sus experiencias e impresiones, su deseo es hacer que los lectores sientan ganas de descubrir el mundo. Como dijo Confucio, «El camino es el destino».

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